Llegaste de pronto, como la lluvia que ayer me mojó la cara,
venias enredada entre suspiros, desde lejos...
con esa mirada fija, viendo sin poder ver nada,
llegaste así, de pronto, desde dónde yo nunca lo imaginaba.
Te vi venir desde la ventana de mi enloquecida alma;
me sonreíste uraña, taciturna, con tu mirada extraña...
en tus ojos había fuego, había luz, había misterio;
había un amor herido y esa soledad que soreír no te dejaba.
Te vi... y desde entonces, por las noches emprendo el vuelo,
deambulo por las calles, bajo la luna, buscando tocar tu pelo,
buscando hallar tu voz en el lejano y frío viento,
te busco hasta encontrarte, allá... dónde se esconde el tiempo.
Pero, justo cuándo te veo dormida; cual ángel caído del cielo,
retrocedo... volteo mi cara, y sin tocarte siquiera;
bato mis alas en vuelo... ¡no! no, no, ¡dañarte yo no quiero!
y aunque muera por besarte, simplemente yo no puedo.
Porque... ¿tu que culpa tienes que hoy mi nido sea negro?,
eres agua pura que como un río ha mitigado esta sed que tengo,
eres mariposa ágil que veo cada día como vuela y se va lejos,
y... no, ¿tu que culpa tienes que me haya yo caído al suelo?
¡Ve! vete lejos, huye de mi, ¡no vuelvas!
si te quedas un segundo mas, yo podría manchar tu cielo;
podría herir tu alma pura con mis palabras dulces,
¡vete! antes que te desnude el alma con el fuego de mis besos.
Autor: Miguel Peralta López (Peralta 03).