\"La pelota de Colita\"
Una vez, en mi casita,
tuve un perrito orejón,
que lo llamaba Colita,
por su rabito pompón.
Él venía a despertarme
casi todas las mañanas,
y comenzaba a ladrarme
si es que no me levantaba.
Para hacerlo renegar
me hacía bien el dormido,
entonces iba a buscar
su pelota ya hecha un hilo.
Porque tanto la mordía
que la dejaba a jirones,
yo no sé por qué lo hacía,
cuál serían sus razones.
La traía entre sus dientes
y se subía a mi cama,
esperando que me siente
para poder arrojarla.
La pelota de Colita
era toda de colores
roja, azul, verde, amarilla
y una gama de marrones.
Como no le daba el gusto,
sobre mis pies la dejaba,
y se pegaba un gran susto
porqué ahí nomás lo tapaba.
Entre medio de la colcha
y también de las frazadas,
se parecía a una bola
movediza, que ladraba.
Y luego al dejarlo libre
cuanta alegría sentía,
su pompón era increíble,
de que forma lo movía.
Le arrojaba su pelota
lo mas lejos que podía,
y la traía en su boca
tantas veces cual lo hacía.
Cuando era muy viejito,
ya no subía a mi cama,
venía a mí despacito
casi todas las mañanas…
Con su pelota de goma,
o lo que de ella quedaba,
como diciéndome... toma,
ya no puedo ir a buscarla.
Ya han pasado muchos años,
de seguro él estará,
en el cielo, allá jugando,
por toda la eternidad.
Sólo me queda el recuerdo
tan hermoso que dejó,
su pelota que aquí tengo,
y a él en mi corazón !
Luis A. Prieto.
sábado, 16 de diciembre de 2006.-