Ahora no me quedan dudas...
Arruiné lo único que tenía...
aún sin saber lo que decía
hablé y no dejé a la voz muda.
Poco a poco la verdad se hacía cruda
y mi mente, al verlo, se da cuenta
optó por que mi voz ya no le mienta.
pero era tarde, todo había pasado.
Y hoy al no verla ya a mi lado
veo mi faz, de lágrimas, mugrienta.