Hablar de amor
es hablar de uno mismo
siempre hemos de darlo
porque es nuestro solsticio.
Cuando Dios nos creo
fue para poder amarse a sí mismo.
Nos Creó y se marchó
dejándonos en el paraíso
quien quiere vive su infierno
pasando por los abismos
puede resurgir del Tártaro
o quemarse en su fuego íntimo.
Somos custodios del aliento
no somos dueños, sí posesos
ángeles perdidos en invierno
que un aria sin luz cantan
con la madera en la mirada
para vestirse de plegaria.