Me quedé con un beso en la punta de la lengua,
con la piel cortada,
con la vida envuelta en papel,
sobre la mesa de la entrada
para recordar llevarla
cuando te volviera a ver.
Me quedé con varios -te amo- en la billetera,
y unas sonrisas guardadas en el celular,
con un sueño escrito en una servilleta,
un nudo por collar,
y un abrazo tibio que te quería dar,
cuando te volviera a ver.
Me quedé con los brazos abiertos,
y mis ojos reflejando tu espalda,
vi como te fuiste sin voltear,
sin dudar,
te fuiste y me quedé,
esta vez sí me quedé y no te fui a buscar.