Philo-posia

III

Siempre he sido un ser execrable. Constantemente estupefacto, anonadado, perplejo. No sé mucho, conozco poco, apenas puedo ver. Pero esos ojos… su mirada cual furioso corcel arremetiendo bajo la tormenta, tan profunda como el vacío en el aire metafísico, tan libre como el derecho de ser capaz de hacer lo que se debe. Mirada de lluvia que refresca, mirada de aurora. Y yo… Solo me queda tomar de mi botella, mientras la basta noche se hace oscura, para así admirar su sol nocturno mientras contemplo la perpetuidad y los verdaderos fines de mi acción.