La rosa blanca cubierta de nieve,
fragancia tenue de un hilo depende,
la flor que yace postrada y aprende,
en vida pétalos, plata y ser breve.
Soledad que acompaña al aguanieve,
cerca de donde nada la sorprende,
con latidos que se agotan por ende,
en un encuentro de colores leve.
Todo, como el rugido del aliento,
de fácil reír, de tiempo completo,
pulsando el latir, cediendo en el tiempo.
Rosa envuelta por triste sentimiento,
cielo estrujado, silencio y respeto,
y pétalos que caen a destiempo.