Me enamoro de un suspiro,
de una mirada ilusionada
y su promesa,
de un grito callado,
del gesto hablado,
de los árboles bajo la lluvia,
del ancho rio y sus rivieras,
de mis amigos poetas,
de la luz del mediodía,
del lento respirar de las olas,
de una tarde entre letras,
de los niños y sus helados,
de los charcos,
de los faroles en la acera,
del otoño y sus colores,
del recuerdo de la nieve,
las siluetas de las nubes,
de la fruta madura en los labios,
la humedad de un beso largo,
de las espigas en los campos,
los pueblos pequeños,
los cariños grandes,
de la juventud profana,
de la tierra mojada
y las letras que ustedes ponen
cuando les sale del alma.