En púrpura se derrite la tarde
y sus llamas devora ya el ocaso,
en silencio de sombras la alameda
queda herida y huérfana de cantos.
El sutil hilo de plata se apaga
y los luceros irradian sus rayos,
las negras lenguas de la noche besan
ya los picos más altos
y sus etéreas alas desplegadas
acarician el rostro de los campos.
En la noche azul brillan las estrellas
con vivos destellos rojos y blancos
y bajo el manto de la noche negra
unen sus labios dos enamorados.