He vivido el amor en carne propia
y el desamor de idéntica manera,
también la guerra en su lustrosa inopia,
la paz, incluso, en su infeliz carrera.
Sufrido la riqueza, siempre ajena,
y la pobreza que mi angustia copia
cual cruda realidad que me condena
a vivir desterrado en casa propia.
Yo todo lo he vivido, y no exagero
cuando afirmo con voz desmesurada
varias cosas que tantos no han logrado:
A los dioses servir de mensajero
en tierras que me vieron de pasada
para ser portavoz de lo ignorado.