Echo de menos amar a alguien…
Para recordarlo a través del sonido de una bella canción escrita para enamorados.
Recordarlo a la hora de acostarme, repasando el último encuentro, como una película que nunca cansamos de verla, con la misma emoción que en la primera vez, a tal punto de transformarse en un pedacito de nosotros.
Echo de menos disfrutar de las caricias de alguien anhelado en intensidad.
Echo de menos a recordar en la ducha, cada vez que he sido traviesa con esponjas y jabón, en creatividad a dos.
Echo de menos mirar una película de terror, y esconderme en los brazos de alguien amado, buscando su protección, segura en el cobijo de sus pechos.
Me gustaría recordar esta sensación de esperar a alguien en la salida del trabajo, con flores, bombones y un beso apasionado.
Echo de menos sentarme al lado de mi ventana mirando al parque, e ilusionada hacer planes fructíferos para los dos.
Echo de menos a esta sensación, de hacer las paces después de una calurosa discusión, de estas que solo haciendo el amor encontramos paz. Cansados en el lecho, aun sudados por el frenesí, pidiéndonos perdón a través de una mirada, en un lenguaje que solo los dos podemos entender.
Echo de menos sentir algo…
No me importa si el café no tiene azúcar o si la mar no tiene sal.
No me importa si las estrellas brillan o la luna alumbra.
No me importa no oír el sonido de los pájaros.
No, ¡Nada importa!
Si tengo un corazón vacío, sin alguien para compartir el infinito y amar.
Amarga melancolía.
Dulce tequila con sal, y si no hay limón, ¡No importa!