Me hiero a mí mismo,
Me desenchufo mis dedos,
Le abro mi pecho al cuchillo,
Al incesante y acribillado delirio.
Muerdo fuertemente mis venas,
Corre el arte por todo mi cuerpo,
Una ola de rojo, que me ahoga el alma,
Tan futura y tan ingrata.
Corto suavemente mi lengua,
Parto a la mitad mi fémur,
Hago todo mi cuerpo un tatuaje,
Con mis manos de sangre.
Satisfacción incomprendida la que se siente,
Como el murmullo del mirlo,
Como el fuego en el cielo.
Dejo ahora todo a las almas,
Mi castillo en ruinas,
Mi trono de mentiras,
Mi sombra sin cabeza,
Que ya no existe.