Me dicen las nubes que te olvide, que arranque tu recuerdo y tire al mar nuestros momentos, me dice el aurora que te deje atras, que mi vida y tu vida no se pueden pegar,
Que yo soy un vaso vacio y que tu eres arena, que un infierno de copas y amargos licores no me van a volver, cuando intento olvidarnos me duele hasta el viento, me quema la garganta una rebelde agonia acaramelada, que hace que sangre una vez, con dulces lagrimas de inviernos pasados, y otra vez, con una tormenta de brillo que me ciega, un naufragio etílico y de vez en cuando, te veo aqui, de vez en cuando escucho tus ultimas palabras para mi, incredulamente escuchaba todas tus batallas, y como un perro tonto arrastraba mi cabeza para que la patearas de nuevo,
no quedó el sol sin tinte, no quedaron fotografías que romper, ni alfombras ni puertas ni besos ni nada en esta casa vacia, solo este raro desenfreno de tristeza y dulce amargura la que hubo entre tu y yo, este calido y cómodo dolor que me permite recordarte en los mares de la soledad, que marea mi alma como una balsa endeble, que no se rompe, un barquito triste que ha quedado perdido en mi, no lo puedo hundir, solo queda el sabor sin cuerpo de tu rostro congelado por el tiempo, y esa mirada eternamente fria que me lleno de ese terror amargo al decirme adios,
adios entonces, adios por siempre donde sea que estemos, no te puedo quemar en el olvido, por que ya no me acuerdo de ti, pero esta tristeza, no se puede curar, lo unico que me han dejado tus besos y caricias fue un sabor a una amarga despedida, inconclusa, sin fin, sin descanso