Y si escribo de ti
me lleno las manos de sal
los ojos de sol
la piel se me pone de escamas
y la saliva de océanos
-por recorrerte-.
Que prefiero afrontarte
como espuma entre las rocas
deshacerme en tu pecho
y convertirme en agua los ojos
de tanto mirar al cielo.
Entre la dialéctica de mi mente
con el universo,
miro a mi mundo entero
y lo confundo con el mar.
Tú miras mis piernas, descalza
y me confundes con la luna.
Sentada en tu vientre
bailando un lento
mordiendote el alma
en cada verso
que recita mi lengua sobre tu piel.
Me dices tu musa, tu Venus,
y haces miel en mi vientre
tu boca se hace agua entre mis piernas
con la última luz del día.
Mi cuerpo de arena
me baño en tus dunas
de noche
respiro tu paz.
Que no merezca la pena
sino la vida entera
las olas que derroten nuestros cuerpos.
Que nuestra respiración cansada sea,
cariño,
la única superviviente del naufragio.