Llueve,
tu nombre levita
en la humedad,
su recorrido
termina en mis manos;
la espera persiste.
Llueve y es en mi voz
que vives;
la lluvia crea
un rio que nos aguarda
enmudecido.
Llueve sobre caminos
que existen,
que se doblan
como la hierba
mientras los besa el agua.
Llueve, y el sonido,
es un lamido
hundiéndose pecho adentro,
encendiendo
tu canción,
tu luna,
y mi recuerdo.
Eduardo A Bello Martínez
Copyright 2017