Las manecillas del reloj volaron
y mustios pétalos de sal clamaron:
¡Por qué duermes en nubes, sol de estío,
vestido de arrebol y escalofrío!
¿Olvidas el vacío y desvarío
de mis luciérnagas llenas de hastío?
Es tan confuso, confuso el lindero
de la verdad y el engaño buitrero.
Las manecillas del reloj callaron,
la noche trajo mi descanso y frío
deteniendo al ocaso traicionero.
Recuerdos de un te quiero
que en la penumbra, sus sombras lo mecen.
Se adormece el ocaso... ¡Lo adormecen!
de Alma Libre
Santiago de Chile
04-04-2019