No, no me quieres a mí
como dijiste aquel día.
Ni siquiera estoy segura que sepas querer.
Querer sin romper,
sin destrozar,
sin humillar,
sin lastimar.
Y si no sabes
querer de esa manera
¿para qué quieres?
incluso,
¿para qué vives?
La vida debe
perder sentido
cuando se olvida
de cómo querer.
No, no soy el amor de tu vida.
Ni siquiera la de tu año, mes o día.
Ya deja de mentirme o mentirte,
acepta lo que somos:
Nada.
¿O todo?
¿cómo puedo saberlo?
si mientras te alejas
ambos nos lamentamos
que una vez más haya fracasado.
Pero es que si no quieres mis defectos,
no me quieres a mi
y si no me quieres,
ni pienses en venir de repente
a pasear por mi casa
(o por mi mente).
Y si acaso vienes
que sea para regresar
algunas de las cosas que te entregué:
cerebro, corazón y cuerpo.
Si quieres quédate con lo demás.
Ahí te encargo.