Un camino se hace largo al frente,
los pasos van marcando el rumbo,
una tarde en que el sol muere,
me dirijo hacia el final, de este, mi mundo.
Corro al fin desesperado,
me acompañan mis gritos internos,
todo lo que hubiera anhelado,
nunca existió, sólo el infierno.
Un \"loquero amigo\" necesito,
quizá sólo a un buen amigo,
a quien contarle mi camino,
porque mi pasado, no es destino.
Avanzo plenamente hacia la luz,
la conciencia me lleva del antebrazo,
no existe nada, sólo un \"blues\",
que me acompaña cual sicario.
Oferta y amenaza es la constante,
en mi cabeza, nada tiene sentido,
sólo un deseo enorme y latigante,
de olvidar pronto lo sucedido.
Corró rápido y sin anhelos,
pero con grotescos deseos,
de conocer de cerca a la muerte,
y terminar mi mala suerte.
Esta vida no es muy justa,
con quien menos lo merece,
esta vida a mí me asusta,
no es que no la desee.
Corro y corro hacia la luz,
no existe nada que me detenga,
sólo anhelo esa quietud,
que a mi corazón siempre proteja.
Salto entonces al abismo,
la luz me envuelve en ella,
me pierdo así, a mí mismo,
me convierto en una estrella.
Salgo de este mundo solo,
viajo en esto, un tanto absorto,
sobrevuelo incierto las mareas,
disfruto al pleno, esta presea.
Me envuelve una dulce sensación,
que me llena, de a poco, el interior,
toco entonces a una puerta,
de esta vida que es miseria.
Abró justo al borde el corazón,
la luz amorosa toma mi ser,
me llena del más puro amor,
sólo es cuestión de llegar a creer.
No tengo nada más qué hacer,
sólo tener un poco de fe,
regresar entonces al correr,
y encontrar de nuevo al ser.
Está es mi nueva vida,
una que me dota de sonrisas,
que me lleva de la mano,
hacia el vivir, que es más humano.
Esta nueva sensación,
que me llena de libertad,
es paz en el corazón,
y hoy le llamo serenidad.