No quiero brazas,
quiero leña,
llegar a viejo
y destaparte las cervezas.
Quizá por eso,
ahora,
estoy comiendo mierda.
Porque frené
sin que hubieses puesto alto,
me descarrilé
sin chocar contra tus labios…
Realmente lo lamento,
pero
(la verdad)
no me arrepiento.
Porque quiero ser tu fuego,
consumirme lento, lento,
dejando a un lado los cuentos,
haciéndote mi novela,
y si querés…,
una que narre
mi vida entera.