Surco de la Tierra.
Pozo cavado,
mohoso.
Hueco despiadado,
he vuelto a caer
en tu tierra reseca.
Veo brumas grises y lejanas
y ausencias toscas de barro.
(Enlodadas tinieblas
que son sólo mías).
Las luces se difuman.
Los brillos del día se apagan.
Y caigo,
abajo,
abajo...
(al submundo de los
locos mortales).
En llanto contenido
escribo
estos versos indescifrables,
en lenguas ya muertas
y extrañas,
que no comprendes,
y entre las brumas difusas
que se borran
de las audaces aves al viento
que vuelan felices y libres
que moran sin permiso
en mi Ser,
ardientes y desnudas.
Nada cura,
las brutales ruinas
ni las heridas
escarchadas
de mis venas sangrantes
que en latidos
opacan,
el sudor maloliente
de estos versos
escritos,
entre vagas muecas
que esconden
siniestras,
la noción desconocida
e inasible,
del miserable
Destino.
Patricia Aznar Laffont