Golpea la latitud de mis ojos con tus labios,
marcando la cruz del viento para orientarme
a las colinas que se dibujan en tu pecho,
para mover la ola que se inquieta
con mis manos de remero
en el trayecto esférico
de mi mundo a tu piel.
Hunde con tus uñas el placer
en la locomoción de mi sangre
que está siendo sujeta por un drama,
donde un traje de amante
es puesto en tu cama
para vestir a tus noches de frío,
que del claro de luna a la mañana arbórea,
colorea las sombras que rayan
la acuarela boreal
y la convierten en enigmas broncíneos
que descifro en tu ombligo.
Deja escrita tu belleza diacrítica en mi almohada,
que yo dejaré guardada en tu vientre,
la pluma con que escribo mi vida.