abrieronse las puertas eternas
para recibir a aquel pobre infante
que fue asesinado de una manera tan perversa,
despiadada y cobarde;
Dios hizo un hueco en su pecho
para cobijar su alma tan tierna
que malditos arrebataronle su vida
sin remordimientos de conciencia.
su sangre se virtio como un rio carmesi
y su inocencia se extingio junto con su vida;
una madre solloza desgarradoramente infeliz,
asesinaronle al hijo de sus entrañas, al fruto de su vientre
y los ruiseñores entonan endechas para ella
en este ocaso frio y gris.