Ahogada en deprimente botella.
Afligida por penas silenciosas.
Taciturna, vislumbro esa huella
en mi pecho de tus letras fogosas.
Entonces, canta, oh, poetisa bella
con tus etéreas cuerdas preciosas.
Entonces, canta, canta fuerte, aquella
tonada llanera no tan melosa.
Tu ausencia es presencia en mi consciente
golpeado por tu arte maravilloso,
fantasioso, misetrioso, elocuente.
Poetisa, escucha mi lloroso
corazón, ya no es el mismo latente
de tumba’os candentes. Silencioso.