La luna salía a jirones en esta noche joven
sintiendo que algo me faltaba
era la compañía que por mas no tenido
no es porque falte más bien, no he querido
la migaja de un cobarde por soberbio
en el limbo, se ha perdido
entonces enciendo un cigarrillo
reprendo mi instinto diciendo
¡qué no debo¡ ya que este lo tengo prohibido
lo apago presurosa
me pregunto ¿de dónde habrá salido?
Mejor destapo una cerveza…
la vierto en el vaso más cercano
mirando cómo se acuna la espuma
como brindando su cobijo que casi le hablo
¡quiere probar mi fertilidad literaria! me digo
charlo empecinada sorbiendo un trago
contemplo la espuma
las gotas acurrucándose como en la orilla de un infinito
veo tu rostro y en eso me reclamo
¡qué hago con cigarros y cerveza!
una dama no puede perder la cabeza
aunque mire tu rostro dibujado en la espuma
mejor busco una pipeta plateada y un buen vino.
Llegaste tarde, cuando el sol se iba poniendo
yo, bajo la fronda de un sauce
charlaba sola ¡no…! más bien el me escuchaba
lo más hermoso de todo esto
que el murmullo que por ahí pasaba
eran palabras que él me contestaba
no estaba sola, con su fronda disimulaba tu ausencia
contemplaba como iban cayendo cortinas trasparentes
que cada vez hacia verse el paisaje más oscuro
el sauce era un anarquista empedernido
que cubría sus palabras enramadas
con pequeños movimientos
las aves llegaban como cansadas de sus alas
dispuestas a encontrar algún abrigo
yo miraba ávida como se acurrucaban
una a una, ni una piaban
me miraste, tu no contemplaste lo que yo miraba
yo miraba embelesada a esas aves
verlas llegar a su refugio
me incitaban a buscar el mío
pero solo me miraste y me dijiste:
ꟷ¿tú que has bebido?
ꟷ¿acaso has tomado el viejo vino?
te miré a los ojos y con ellos solo dije:
no doblegues mi pena y sinsabor
con una excusa sin sentido.
Mis ojos y los tuyos conversaron rabiosamente
mi parpadeo se acurrucó pestaña con pestaña
ligándola como a un infinito
ante la gentilidad de la noche mire la luna
salía reptando por las nubes turbulentas
me tomaste de la mano y caminamos sin sentido
al caminar y soltarnos de la misma
me reí como una muda emitiendo un sonido
de pronto, vi estrellas que no brillaban en el cielo
sino a mis pies, ellas iban cayendo.
Al voltear y buscar hasta donde dejamos ese sauce
quise regresar, para despedirme de ese bello anarquista ¡mi amigo!
me quede como petrificada dejándome
por el viento acariciar
miré mi árbol triste, vi su llanto aún en la oscuridad
como pude corrí, y lo abracé muy fuerte
cuando escuche la voz de la sombra que me seguía
me dijo: “es la última vez que retorno vida mía”
al voltear para mirarlo no había más un par de copas
y la botella vacía de un buen vino.
Ivón Arce García