Escucha el silbido del ramaje lloroso
en la lejana oscuridad de la impía noche,
escucha el lamento de las remotas estrellas
y las risas del viento en el afligido monte,
escucha el negro fragor de las bravías aguas
entre las suaves canciones de los tristes robles,
escucha el negro canto de la vieja corneja
en el alma quejosa del rumoroso bosque,
escucha el tintineo de la cantarina lluvia
en las callejuelas olvidadas y sin nombre,
escucha el blanco silencio de la muda nieve
en las agrestes montañas del indócil norte,
escucha el dulce sabor de las acerbas lágrimas
que en su intenso dolor derrama el malherido orbe.