No podría borrarte de mi vida
pues me diste de amor la copa llena,
y mas tarde causaste grande herida
que me sirve de trágica condena.
De tu boca sensual y apetitosa
me bebí de la gloria sus placeres,
y tu forma de ser tan tempestuosa
te distingue de todas las mujeres.
Yo recuerdo la alcoba iluminada
do besaba tu cuello apasionado,
el crujir de tu bata al ser quitada
son instantes que no se han olvidado!
Todavía se siente en nuestro lecho
la fragancia sutil, perturbadora,
de tu cuerpo tan fresco en gran acecho,
ofreciendo su gracia tentadora!
Y se graba también en mi memoria
el instante fatal de tu partida,
que dejara mi vida como escoria
por la afrenta mas grande recibida!
Mas aún en mis manos se dibuja
de tu piel,su contorno tan sedoso,
y tu voz melodiosa aún embruja
como canto sereno y majestuoso.
A pesar de tu pago tan ingrato
yo recuerdo tu risa cantarina.
y perdido en un mágico arrebato
siempre miro tu faz con luz divina.
Autor: Aníbal Rodríguez.