Cualquier cigarrillo enciende
a mi Cristo en las noches de diciembre,
y las cualidades desesperan
forman parte de mis esperezas.
Y las botellas forman venenos,
tu sonrisa es su único recuerdo,
y despiertan en este cuerpo
cuando crean simulacros de tu rostro en el techo.
Es una vida, de vidas sin caricias,
de muertes con sabor a dulzura de pastillas.
y cuando me quito las paquillas
me da tiempo para volverte a soñar
y sentarme a encender mi propia almohada
para despertar de lo que siempre extraño.