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ESCRIBIR SOBRE TI

Para escribir sobre ti, adjetivaría contigo un evocativo cuadro de otoño, o te situaría en el contraste del tablero de ajedrez: con los blancos y negros de la vida. Para escribir sobre ti, desordenaría cada recoveco de mi memoria en un fútil intento de resumir la sensación de abrazarte. Para escribir sobre ti, me frustraría por semanas sin término tratando de aclararte en mi mente. Y por mucho que te escribiese, no diría nada que no sea universalmente conocido, y no diría nada de lo que en realidad quiero decir.

 

No sé escribir sobre ti sin el latiente insulto que es atraparte en un pliego de papel, renglones por rejas y un agudo punto final. No sé escribir sobre ti, de la misma manera que no sé contener la risa cuando estás cerca. No sé escribir sobre ti porque el mundo no sabe cuan afortunado es de tenerte, no se escribir sobre ti porque no sé escribir una oda que te haga justicia. No sé escribir sobre ti porque me hace daño echarte de menos.

 

No sé escribir lo que te quiero sin reír para restarle importancia. Ni sé transmitir lo feliz que me ha hecho luchar por tu amistad, el orgullo de nuestra fuerza. No sé escribir sobre ti porque ya no conozco tus abriles. Solo quiero que me escribas para contarme tú sobre ti, solo quiero escribirte sobre mí; que nos conozcamos a pesar del océano y los kilómetros de cable que hoy nos separan.

 

Para escribir sobre ti, para vaciar mi corazón en versos insuficientes, podría empezar por lejanos días de jugar y aprender las vocales. Escribir sobre ti es plasmar el talento de una generación condensado en una sola persona, es imaginar la mejor imaginación infantil y el genio adolescente de un genio.

 

Escribiendo sobre ti debo escribir sobre un adiós escondido en un abrazo, debo escribir una promesa y para ello necesito prosa en verso. Escribiendo sobre ti apunto mi última voluntad y mi primer propósito, escribo lo que es mantener la amistad que Aquel me ha regalado, aceptar el reto del regalo.

 

Para escribir sobre ti adjetivaría contigo un evocativo cuadro de otoño, por mucho que ya no conozca tus otoños. Te situaría en el contraste de un tablero de ajedrez: entre el blanco de conocerte y el negro de añorarte. Para escribir sobre ti me frustraría por semanas sin término en un intento de hacerte justicia. Y por mucho que te escribiese, no diría nada que no sea universalmente conocido, y no he dicho ni la mitad de lo que quería decir.