Bóveda marrón que cubre mi planeta,
Diafragma musculoso, opaco y contráctil que,
sin saberlo
-y quizá sin quererlo-,
colorea cada uno de mis sueños.
Cigarro que no se apaga,
arrebato que no hace daño,
frenesí por el que podría morir,
de una vez por todas,
te pido:
hazme feliz.
Por un rato.
Prometo no hacerte daño.
Pero prométeme prestarme tus labios,
y tus ojitos,
Cuando tenga frío,
Cuando tenga calor,
Cuando tenga voz,
Cuando ahogue mi dolor,
Cuando busque suplicio,
Cuando busque martirio…
Que seas vos.