¡Cuando exhalan su efluvio los jazmines
y se miran los rayos de la aurora;
en el alma resuenan los clarines
anunciando el amor que me devora!
¡Cuando observo el trigal en la pradera
y contemplo sus galas tan doradas,
me imagino tu rubia cabellera
que en mi cama rebota cual cascada!
¡Cuando canta el canario su tonada
va su trino impregnado de mi anhelo,
de poder disfrutar de tu mirada
cuyos brillos emanan desde el cielo!
¡Cuando escucho del río sus corrientes
y sus aguas retumban en las rocas,
me figuro tus venas tan ardientes
palpitando con ansias casi locas!
¡Cuando miro en los cántaros de leche
las espumas que la hacen codiciada;
yo quisiera mi boca se despeche
en tus senos de copas tan rosadas!
¡Y quisiera por fin probar las mieles
que tus labios conservan tan sensuales,
porque tienen colores de claveles
impregnados de gracias celestiales!
Autor: Aníbal Rodríguez.