El otro yo

Alter ego

Para serte infiel debía invocar a mi otro yo,

el Dios que decía en mi boca 

era contrario a la idea de libre albedrío,

debía camuflar los labios rojos.

Sonreír con cuchillos entre los dientes

para no maldecir al prójimo que me señalaba,

cantar historias de amor blanco

y no de la que salió de la jaula, sola... 

Pero nadie logró mantener a la fiera,

el otro yo ha ganado las guerras,

antes de ser fiel a una sombra ajena

fui infiel, me invoqué a mi misma.