J.R.Infante

Quiso el destino

Quiso el destino que tu

carecieras de agilidad. Movieras

antes el corazón que tus miembros.

Te lanzaste a la calle –devoradora--

y a las frutas pusiste piernas

de nylon.

Tras el puesto la tendera

te ofreció verdes doncellas

y luego se quitó la máscara

de bruja. Clavaste tu hambre

hasta sorber el veneno.

No duermes entre tules,

ni tienes la tez suave.

Lloras. No presionas con tus manos

la flor del magnolio,

ni bebes en vasijas carnosas.

En la arenas otoñales

no tiene sitio tu nobleza.

Las mejores cuernas esparcirán

babosas, espermatozoides sin fin

cubriendo todo el firmamento,

dibujando la Vía Láctea.

                             Muerdes

rabioso la almohada, reconviertes

tu propio llanto. Te enquistas.

y al día siguiente la luz

dibuja arpegios en la pared.

Arrastrarás tu zapato por el pasillo,

sinfonía de grilletes, amor maldito.

y mientras tanto miles de alcobas

fingirán

una lluvia de estrellas.