A la hora de dormir
se despierta esa alondra
inquieta sensitiva
que busca con los ojos cerrados
y las manos extraviadas
la libinidad en las sombra.
En la humedad de ese punto
que la santidad ni nombra
el calor se sublima
y el fuego es progesterona.
La luna en su intento de agua
atiborra el firmamento
aprieta el nimbo estratos
y se entorpecen los cielos
podrán nacer otros vacíos
pero no el mismo.
Y en tus ojos de rubíes
permanecerá mi forma
con la savia amanecida
y el espíritu de alondra.