Leomaria Mendes

Ha valido la pena…

Hablas de tristeza.

Dices que hace tiempo desconoce el sonreír, que dentro de ti hay un invierno oscuro en ausencia de calor.

Dices que sus ojos son como colibrís confusos, por no encontrar néctar entre las flores.

Dices que hace tiempo no escucha una palabra dulce, que acaricie su ser recordándote que estas vivo.

Dices que sus manos ya no saben  lo que es tocar y sentir el tacto de alguien más que no seas tú mismo, que te has olvidado lo que es un  abrazo.

Dices que tu deporte favorito, es contar las canas  que aparecen entre tu cabellera y que tus arrugas, han sido forjadas como metal duro a través del dolor.

Me revelas  que tu lectura diaria, son las recetas médicas unidas como un grande libro con título “enfermedades”.

Entre  pausas de vergüenza, me dices que su único hijo le repudia y el único amor que has conocido lo desprecia.

Dices que la palabra amor y esperanza han desaparecido de tu diccionario  literal.

Dices que entre los demás, buscas no hacer ruido y pasar desapercibido, no vaya a ser que te vean y  pregunte quien eres. Que no sabrías responder.

Que ya  no eres tú.

Aun hablándome en desahogo, me miras a los ojos y me pregunta se recuerdo su nombre.

En este momento, sobre mi cae una grande vergüenza condimentada en penas, lo conozco a muchos años y no soy capaz de recordar su nombre.

Bajo  la cabeza desprendiendo calor de lo siento y lo abrazo, he podido sentir como aquel ser recuperaba su humanidad derramando lágrimas sobre mi hombro, y llore…