Al fulminarme tu sonrisa
creo renacer en tus labios
y prestos resuenan cánticos:
¡Henos aquí, la causa nostra!
Pero yacido ahí he de morir
divorciado de la líbido y permitir
el corazón me robases, me dejes
al desamparo y dolor perennes.
¡Sí!, te quise como un niño
eres mi razón y mi sueño,
mas nunca adulto,
pueril infinito.
Entre la juerga y la puerta
y la cama, y una doncella
nuestras risas se extinguen,
abran paso, los infantes fuera.
De habichuelas a gigantes,
los zapatos me quedan grandes,
miro las fronteras del vacío
olvidarte cómo, tiempo viscoso;
trampas del siglo, amor y silicio.
¿Cómo olvidarte? Ecos claman furioso
la voz descorazonada a tu sombra
vuelvas la realidad una mentira
y la voluntad del genio celoso.
¿Qué puedo hacer sin corazón?
Si permití me lo arrancases.
Desfasado, temporal de lastres
soy yo el peor lamento, la razón
unívoca de mi detrimento.
Aunque logre vivir al acecho
tus miles de gestos, los llevo
grabados en plateadas memorias
del más Cero que jamás amarías.
¡Ay de mí, si no te olvido a tiempo!