Un puñado de palabras apretadas,
que obediente, le entregaste a las llamas,
demostró que no encontraste la manera,
de quemar los recuerdos del mañana.
Y es que muchas letras tienen miedo,
de formar las palabras que te digan,
que la forma de olvidar lo inolvidable,
no es quemar el temor de amar la vida.
Las verdades se congelan con el fuego,
y también se queman las mentiras,
La pasión inexorable de la vida,
es inmune a las cenizas de los ruegos.
Si quemamos las cartas, nada cambia,
si al mirarme en tus ojos veo que muero;
es cubrirse de la lluvia con un beso;
y es en vano matar al mensajero.