Fue la hora del vacío, la hora del eclipse y la penumbra, y mi alma no osaba levantarse de esa sombra
mis manos congeladas, inútiles para sostenerme a nada, sin voluntad para hacerlo en cualquier caso
mis ojos espejos rotos, con los que no podía mirarme, que ni llorar podían, ni pedir ayuda
fue mi cuerpo muy pesado, mis cabellos blancos, mi boca trémula, mis frases sílabas, mi sangre transparente
fue cuando me llamó la tumba, y atendí el teléfono esperanzado, fue cuando me dió instrucciones,
me adentré en un mar oscuro, dejando un rastro de sangre, esperando a los tiburones.
Solo, estuve solo, aún entre mi gente estuve solo, aún bajo las negras subes y las apestosas flores estuve solo,
mi sufrimiento me hizo compañía, me volvió adicto a él, me hizo arrodillarme y ladrar, me hizo odiarme aún más,
y permanecí en este coma durante milenios, o al menos eso fue lo que me pareció, y mi mirada distorsionada lo único vivo en mí
y verlos a ustedes me repugnaba, y dibujé en ellos mi imagen, y los odié de manera asesina, y di media vuelta.
"-Hola muerte, estoy listo", una risa macabra fue la respuesta, y provino de mi propia boca, rompiendo mi silencio.
Todo estuvo listo, el plomo tenía ya mi nombre, y estaba a segundos de ser feliz,
¿pero por qué entonces dudaba? ¿Qué sucedió con el fuego que ardía en mí hace unos instantes?
"¿Juntando el valor para cometer un acto cobarde?" susurró mi voz.
Y grité, por primera vez en décadas, y lloré y maldije y chillé y caí, pero no morí.
Muchas manos me fueron ofrecidas al escuchar mi grito, gente nueva y gente vieja, hombre y mujer
y aunque tímido al principio, acepté el calor de alguién, y redescubrí entonces la palabra gozo,
y lo que perdió la vida fueron mis remordimientos y mis prejuicios, y escapé de la jaula que me contenía,
y logré esquivar la guillotina, y desperté a la belleza del mundo a mi alrededor, renací,
mi humanidad volvió a mí, y la luz a mi sonrisa, y la vista a mis ojos, y me contemplé por primera vez,
era una guitarra desafinada, había mucho por hacer, pero estaba confiado de poder aprender a tocar.