El mismo tigre odiado
el de siempre
el que raya por raya se revela
en la noche de lana
de luna
a la par que nos dice
Déjame
estoy cansado
vete a dormir,
el mismo tigre odiado
con sabor a crimen
o a Lima
o a Barcelona
o al cine Bucareli,
el mismo tigre odiado
que cala hasta los huesos,
ha prendido su nombre
con estelas de mar.
Y Aloysius Acker
y el cuerpo celebrado
y el hijo de Sensini
y el tiempo en la fábrica
o en bares,
se acaban yendo
con la risa de la infancia.
Una risa infernal.
Y Adán es Dios
nuevamente.