Desde la luna, donde llegó Astolfo
cabalgando el hipogrifo, desde aquel páramo
lechoso, irreal, donde se amontona
lo que perdemos en la Tierra (dice el Poeta),
desde la Luna, astro solitario y silente,
baja la poesía
junto con los sueños.
Los sueños descienden como
una trama sutil de hilos perlados
a través del espacio
y vuelven a subir hacia lo alto atraídos
por la fuerza planetaria que levanta las mareas.
Es un flujo y reflujo de poesía
un sube y baja continuo
entre una Luna inmensa colgada
allá arriba que casi
podemos tocarla con las puntas de los dedos
si trepamos por una escalera apoyada en el vacío,
y la Tierra
maravillosa, aquí abajo, esplendorosa.