No te conté...
(Qué felicidad)
no tuve tiempo:
Ya sabes que no soy de soñar,
quiero decir,
que no sueño lo que yo quisiera,
(Qué tristeza)
por ejemplo,
cosas bonitas...
El caso es que el otro día,
por fin,
soñé... contigo.
(Qué felicidad)
Iba por la calle,
ligera, muy ligera,
dando grandes zancadas,
me sentía bien,
serena,
sin miedo,
rebosando alegría,
ya sabes,
esa felicidad que embellece tanto...
Mis pasos sonaban seguros
en la acera que me llevaba hacia ti.
Sí, soñé que iba a tu encuentro,
que habíamos quedado en el lugar de siempre.
Era un día precioso,
soleado,
temperatura perfecta...
Yo iba sonriendo,
ya sabes,
con esa sonrisa imposible
de frenar.
Llevaba la mirada al frente
y ese andar echao palante
que tú bien conoces.
Sólo por un momento bajé la mirada hacia el suelo y...
algo me chirrió,
algo no encajaba:
allí estaban...
en mis pies...
los mismos zapatos de aquella lejana,
absurda,
primera cita.
(Qué tristeza)