¿Cómo estarás allá donde estás
del todo sola y abandonada,
tú que amabas estar en compañía
y charlar con tus vecinas?
¡Cómo tendrán que pasar lentas
las horas de las noches y los días
sin la sonrisa de una criatura
que era lo que más querías!
Tenemos una tremenda manera
de alejarnos de los otros,
de volvernos inalcanzables,
de recluirnos y aislarnos.
Por supuesto no depende de nosotros,
depende de nuestro natural,
de cómo se construyó la frágil
nuestra estructura psicofísica.
Te imagino sombra entre las sombras
en aquel ultratumba desvaído
donde incluso el terrible Aquiles
llora nostálgico y perdido.
¿Cómo será tu existencia
después de que se terminó la vida?
Me lo pregunto con insistencia
y con una tristeza infinita.
Te veo y no te reconozco.
Me faltan hasta las palabras
para hablar contigo, como si
no fueras tú la que me ha parido.
A veces me veo como un niño
que no sabe andar ni hablar
y pienso en todo lo que hiciste
para hacer de mí el que soy.
Y ahora estás del todo sola
y yo soy incapaz de acercarme,
de hablarte como te hablaba
con nuestros modales expeditos.
Porque eras una mujer del pueblo
no una sofisticada burguesa
y yo he heredado de ti
tu carácter franco y campechano.
La muerte concluye la vida,
así no más, sin rodeos.
Sencilla como el nacimiento
e igual cargada de misterio.
Para ti el misterio era claro
y sencillo como el pensamiento,
como la vida y el amor,
como la enfermedad y el dolor.
Pienso en cómo te puedes encontrar
ahora aislada en la soledad
y espero que el tiempo disuelva
la memoria que tienes de ti misma.