De ti brotó una larga cabellera
que precipita en muy grácil caída
y en tu espalda se queda interrumpida
como si Dios el tiempo detuviera.
Así te pienso y no es una quimera:
es que tus hebras siempre recogidas
en colas de caballo tan ceñidas
reducen tu cascada a una chorrera.
Me cautivan tus hebras azabaches,
que realzan fulgor de tu sonrisa
y seducen feroces como apaches.
Si desatas tu cabello a la brisa
infalible es que el juicio me despaches
muy absorto en tu pelo que hipnotiza.