Alberto Escobar

La Flor Azul

 

Hallarte fue maná para después desierto

 

 

 

 

 

 

 

 

Avanzaba abriéndome paso en una densa
maleza.Las cañas ofrecían férrea resistencia
a las andanadas de un machete inasequible
al desaliento. El objeto del deseo esperando.
Tras un punto y final al monorrimo herbazal
irrumpe un vergel de lo más diverso.Todo
eran flores de olor intenso.
Me detengo, como llamado desde instancias
invisibles, entre los pétalos licuefactos de una
flor azul, bellísima en su hechura, que me mira
con sus ojos garzos, su cabello pardo trigueño.
Como me alumbran los idiomas, pude entender
del rumor de sus labios que hundía sus raíces
en la estepa rusa.
Su peciolo se cimbreaba al son de los vientos
que, en ese preciso instante, agitaban nuestras
palabras, y lo hacía con tal gracia que no pude
por menos que dejarme seducir.
La lluvia hizo repentino acto de presencia.
Su corola se precipitó sumidero abajo.
Me quedé compuesto, pajarita en mano...