A mi madrastra y amiga,
Lucía Madrigal
Voy a cantarte así, sencillamente,
como canto a las cosas cotidianas
que impregnan mi pasado y mi presente
con sus formas de luz por las mañanas.
El cariño dulzón e irreverente
que yo te di desde mi edad temprana,
es bien profundo y por demás consciente,
sin olvidar su condición humana.
Luciste ayer tus quinceañeros bríos
y luces hoy tu resplandor maduro
como el fruto que dora en los estíos.
Mañana en la vejez, te lo aseguro,
mi cariño será como esos ríos
que viajan sin saberlo hacia el futuro.