En el desierto de la soledad donde priva la locura,
en los ratos de alucines y gritos de dolor,
en el desierto de la oscuridad donde los ojos ya no ven,
en los momentos de insomnio y los sueños de terror.
En el desierto de la cuarentena, de la reflexión y la fortaleza,
el alma se vuelve piedra y se alimenta de pesares
en el desierto de la tentación donde escapar es demasiado fácil,
pero el precio es en extremo alto.
Los buitres vuelan cerca de mi cuerpo esperando el momento final,
sin embargo mi alma no me pertenece, yo no decido el final
El demonio se acerca e intenta seducirme, me ofrece la gloria total
pero ese no es mi destino, el dolor carnal me espera a raudal.
Terminaré la obra encomendada para resarcir almas perdidas
enseñare de donde vengo y a donde he de regresar,
sin embargo pocos entienden, pocos aceptan al rey
mis palabras son silencios a sus oídos corruptos sin ley.
Después del desierto, del camino de suplicio que he de recorrer
regresaré triunfante a mi casa, a las estrellas, galaxias, al ser
descansaré gozoso de haber completado el deber,
el deber de enseñar al ignorante y al sabio esconder el saber.
Mi ausencia con dolor se notara por que sus ideas de derrumbaran
sus templos arderán y sus leyes caducaran,
sus enseñanzas no perduran, no son signos, no son sal
bienvenidos los enfermos del alma, bienvenidos a un nuevo caminar.