Da igual la fecha que el calendario marcaba,
si era de noche o de día
da igual quién me acompañaba
o el lugar al que me dirigía.
Llegaste
y del techo florecieron piedades,
y futuros posibles,
y las estatuas pasearon lejos de sus parques,
y los misterios fueron anécdotas
y los caminos toboganes,
y mis recuerdos se olvidaron hasta de ellos mismos.
Y el viento trajo certezas que hicieron enmudecer a maestros,
y los oros se rompieron como pan en miga,
y el verdor que pareció antaño resucitó a carcajadas,
y mis piernas fueron terremotos y mis manos manantiales.
Y de las nubes llovieron júbilos y vacaciones,
y los peces empezaron a hablar de su pasado,
y hasta el bosque se enteró de la noticia,
y mi corazón ganó todas las carreras.
Llegaste
y yo me convertí en el nieto de la luz.