La extraña sensación que tengo al verte,
me corre por las venas desde niño,
no puedo rechazarte si descubres
tu figura, y la ofreces con sigilo.
Cuanto más me aproximo, más me entrego
a un loco abecedario de suspiros,
incluso el azul verde de mis ojos
se posa en tu desnudo progresivo.
Me lleno de una paz casi absoluta
cada vez que consigo estar contigo,
soy un adicto a todo lo que muestras
en la excitante piel de tu infinito.
Vagan libres mis dedos por tu espalda
felices por haber sido elegidos
dignos dioses de todo lo que tocan
y guardianes de todo lo que he visto.
Con esa sensación que va al galope
y busca el corazón como destino
descubro que hay placeres en la vida
que esperan ser hallados en un libro.