Chillida-Leku abre los horizontes.
La tierra consolida radiaciones,
las formas enlazan las percepciones
en busca de grandes aprendizajes.
El asiento de Zabalaga nutre
la paz de las ideas en la mente
del artista señero, que introduce
el factor humano como fuerte índice.
La resultante armónica reluce,
porque ante la disparidad asume
la dialéctica primordial y firme.
Con la modesta posición humilde
del tenaz buscador que permanece
fiel a su magna condición fundante.