Relentes y serenos manantiales
las bocas que nos brindan su ambrosía;
y son lozanos senos los panales
que tienen de pasión la sinfonía.
Los ojos que iluminan con sus halos
embriagan nuestra vida de ternura;
y traen con sus luces los regalos
que llenan nuestro entorno de hermosura.
Las manos que acarician tiernamente
parecen un sedoso terciopelo,
que ofrece su tersura suavemente
y sirve a nuestro sueño como velo.
¡Y el alma que nos abre sus dinteles
es cielo perfumado de claveles!
Autor: Aníbal Rodríguez.