Rosa invertida,
espina con millar de flores,
¿cómo hiciste para escaparte dos años enteros de mis furores?
Carpelo que hasta hoy se abre…
¿qué hago para conocer tu estambre?
No me rindo ante tus pies por tu aroma,
sino por el misterio,
por las ganas insaciables que tengo
de conocer cada uno de tus sueños.
Cuidarlos...
¡hacerlos realidad!
Dejemos de coquetear,
consumemos ‘esto’ en toda libertad,
donde podás gritar
-sin temor al qué dirán-,
donde pueda acabar
-lo que no dejo de soñar-,
donde pueda curarme
de toda enfermedad…